Si la cultura es “la red de
significación” que tejemos sobre nosotros mismos, las comunicaciones -lenguaje,
silencios, ejemplo, software, diseño, medios- son las herramientas que
nosotros, como seres humanos usamos para interpretar, reproducir, mantener y
transformar dichas redes de significado. Ser humano, es estar en comunicación
dentro de alguna cultura humana, es ver y conocer el mundo -para comunicarse-
de forma que a diario se reproduzca esa cultura particular. La comunicación,
entonces, constituye la esencia de la cultura, de la empresa, de la vida
misma.
Por otro lado, no es casual que
comunicación y comunidad compartan una misma raíz. Las comunidades existen
porque se comparten significados y formas comunes de comunicación.
Equivocadamente a veces se supone que la comunicación es un fenómeno autónomo,
independiente del contexto social que se interpreta y reproduce.
El éxito de un proyecto y en las
relaciones personales depende de una sensibilidad diferente al simple intento
de vender una idea, exige transformar la relación vendedor-comprador en otra
como proveedor-usuario, o servidor-cliente. La cultura, entonces, es una
experiencia compartida: un acercamiento comunitario en torno a valores comunes.
Actos y medios para crear una
comunidad de intereses. Captar la atención para desarrollar el sentido de
pertenencia; establecer vínculos de confianza manteniendo relaciones
interactivas; cumplir las promesas; y crear vínculos comunitarios permitirán al
líder una relación duradera con su gente, así como el logro de los objetivos
del negocio. Ya que la mayor parte de su tiempo tiene que ver con el trabajo de
otros, la capacidad para tratar con la gente, motivarla y organizarla, son los
nuevos factores críticos de éxito, y no por una moda, sino por la relación
directa que tienen con la rentabilidad empresaria.
La comunicación es un proceso diario
permanente, no algo limitado a los medios o eventos y se da dentro de la
organización, se quiera o no.